Salinger by Robert Vickrey |
THE CATCHER IN THE RYE
By J. D. Salinger
If you really want to hear about it, the first thing you'll probably want to know is where I was born, and what my lousy childhood was like, and how my parents were occupied and all before they had me, and all that David Copperfield kind of crap, but I don't feel like going into it, if you want to know the truth. In the first place, that stuff bores me, and in the second place, my parents would have about two hemorrhages apiece if I told anything pretty personal about them. They’re quite touchy about anything like that, especially my father. They’re nice and all —I’m not saying that—but they’re also touchy as hell. Besides, I’m not going to tell you my whole goddam autobiography or anything. I’ll just tell you about this madman stuff that happened to me around last Christmas just before I got pretty run-down and had to come out here and take it easy. I mean that´s all I told D.B. about, and he´s my brother and all. He´s in Hollywood. That isn’t too far from this cumbry place, and he comes over and visits me practically every week end. He’s going to drive me home when I go home next month maybe. He just got a Jaguar. One of those little English jobs that can do around two hundred miles an hour. It cost him damn near four thousand bucks. He´s got a lot of dough, now. He didn´t use to. He used to be just a regular writer, when he was home. He wrote this terrific book of short stories, The Secret Goldfish, in case you never heard of thim. The best one in it was “The Secret Goldfish.” It was about this little kid that wouldn´t let anybody look at his goldfish because he’d bough it with his own money. It killed me. Now he’s out in Hollywood, D.B., being a prostitute. If there´s one thing I hate, it´s the movies. Don´t even mention them to me.
Salinger by Lo Snöfall |
J. D. Salinger
EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO
Traducción de Triunfo Arciniegas
Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue mi desastrosa infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás mierdas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso, si quieren saber la verdad. Primero porque esas cosas me aburren y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si me pusiera a revelar sus intimidades. Son muy delicados con estos asuntos, sobre todo mi padre. Son buena gente y todo, no digo que no, pero también más delicados que un demonio. Además, no crean que voy a contar mi maldita autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan ido y tuviera que venir aquí a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano y todo. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. El me llevará a casa cuando salga de aquí, quizás el mes próximo. Acaba de comprarse un Jaguar, uno de esos cacharros ingleses que alcanzan las doscientas millas por hora como si nada. Le costó cerca de cuatro mil malditos dólares. Ahora está forrado el tipo. Antes ni pensarlo. Cuando vivía en casa era sólo un escritor común y corriente. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El secreto del pez dorado, un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos, precisamente “El secreto del pez dorado”, trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Me mata esta historia. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay una cosa que odie en este mundo es el cine. Ni me lo nombren.
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